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IGLESIA Y FAMILIAS SANAS !

Por:  Ma. Mercedes de Martínez (Licenciada)

y

Carlos H. Martínez R. (Psicólogo) 

6. Racionalismo, autoritarismo, antropocentrismo (3)

insistido en la necesidad de mantener la frescura y la novedad de la centralidad de Jesús y de irradiar esperanza y alegría.

 

De acuerdo con Baars y Terruwe, esto es posible por parte de personas que se encuentran adecuadamente afirmadas en sus emociones y tienen un equilibrio psicológico integral.

O sea que, adicionalmente a la tarea de recibir una formación suficiente, adecuada y oportuna, las personas de vida consagrada (y de manera análoga los hijos y padres de familia) están llamadas a desarrollar procesos de crecimiento personal paralelos y simultáneos con su formación vocacional y el desempeño de su ministerio.

 

Estos procesos se refieren al esfuerzo personal para corregir aspectos inadecuados de la manera de ser y librar los combates internos necesarios para moderar el temperamento, las debilidades de carácter, de manera que el testimonio de vida ministerial reduzca al mínimo posibles efectos negativos sobre los miembros de la comunidad en razón de los defectos que podrían haberse corregido de manera consciente, intencional, decidida, perseverante y contundente.

Subestimar o minimizar estos defectos constituiría grave negligencia e irresponsabilidad. 

Esos procesos de crecimiento también deben asumirse en las familias, empezando por los padres. La perspectiva católica es un excelente punto de referencia en este sentido porque incluye todos los elementos pedagógicos necesarios para asumir cambios personales y crecer al mismo tiempo en la fe.

Implica todo un estilo de vida que hay que estructurar de manera progresiva y sólida. De esta manera se eliminarán grietas o fisuras de índole emocional que han venido influyendo en muchas crisis vocacionales y familiares. 

Es un trabajo personal y de equipo (Iglesia/familia) que vale la pena conocer e implementar.

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