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IGLESIA Y FAMILIAS SANAS !

Por:  Ma. Mercedes de Martínez (Licenciada)

y

Carlos H. Martínez R. (Psicólogo) 

Afirmación resuelta y no resuelta (5)

críticas) en el sentido de eliminar el celibato y permitir que el "amor" sea expresado y experimentado libremente si está dirigido a encontrar realización e identidad propia.

De acuerdo con su experiencia clínica, esto no cambia el hecho de que hay un mundo de diferencia entre el manejo inadecuado de las emociones y la orientación racional de los sentimientos, como por ejemplo en la continencia periódica requerida en el matrimonio, o en la continencia permanente en el celibato sacerdotal.

Esta orientación guiada por la inteligencia, la voluntad y el espíritu, es una intervención combinada que establece características, contextos, alcances y limites dirigidos a un crecimiento y a una realización plena, no a un control autoritario, ni a una censura peyorativamente moralista, ni a una mutilación o negación de la realidad integral del ser humano.

En su opinión, la Iglesia tiene una tarea muy importante en enseñar que todas las emociones son buenas y tienen una necesidad innata de ser dirigidas por la voluntad, informadas por la razón y así seguir su propio curso sin causar daño psíquico, aumentando la capacidad de gozo y felicidad del hombre.

Basados en su experiencia, consideraban que los sacerdotes que encontraban tortuosa la vida de celibato eran, bien sea emocionalmente no desarrollados, o bien escogieron el sacerdocio menos por motivos espirituales y altruistas y más por una búsqueda personal, por ejemplo el deseo de obtener educación o hacer una carrera, o por el miedo a unos padres exigentes que querían un sacerdote en la familia a toda costa, o la necesidad de enmendar pecados sexuales pasados, o la promesa de encontrar una afirmación que no se tuvo en el hogar.

Para un sacerdote que está adecuadamente afirmado, el celibato es un estilo de vida congruente, connatural a su vocación.

 

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