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LAICOS Y GRUPOS CATÓLICOS (9)

Por:  Ma. Mercedes Beltrán (Licenciada)

y

Carlos H. Martínez R. (Psicólogo) 

ORDEN  Y FORMACIÓN 

Se requiere un adecuado acompañamiento para realizar esta armonización de caracteres y temperamentos en función de la comunicación, la escucha y el trabajo en equipo.

Habrá quienes necesiten moderar ciertas tendencias fuertes de temperamento y quienes necesiten fortalecer aspectos de su carácter.

El ambiente del grupo es definitivo para favorecer o dificultar la integración entre los miembros a partir del crecimiento psicológico que cada persona necesita desarrollar.

Una forma de cultivar valores consiste en la creación de los hábitos relacionados con cada valor. Se crea así una sana costumbre entre los miembros del grupo a través del ejercicio de actos reiterativos que afianzan el concepto o ideal que se pretende alcanzar con la promoción y educación de cada valor.

Muchos grupos flaquean en este aspecto porque prevalecen a veces más las diferencias, los obstáculos, las rencillas, celos, envidias, protagonismos, negligencia, pasividad y actitudes negativas individuales que contaminan el ambiente del grupo.

Es responsabilidad de los líderes y de los integrantes, identificar oportunamente estos puntos débiles y darles un manejo constructivo basado en la verdad, el amor, la caridad y la humildad.

Muchas veces es en estos grupos en donde las personas pueden encontrar modelos adecuados de virtud y santidad. 

Por lo tanto, hay una responsabilidad a la vez tácita y manifiesta en la manera como se lleva el grupo desde el nivel directivo hasta la base.

Cada participante está llamado a darse cuenta de sus aciertos y errores como miembro del grupo y a recibir el apoyo de los demás integrantes de la colectividad, en busca de soluciones y mejoras personales y grupales.

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